domingo, 11 de noviembre de 2007

ai.

y si, de verdad, a alguien le importa sacarme de raíz este vacío, esta soledad: por favor, devuelvanme a mi primer amigo, a mi tía, a mis abuelos.
y a todos los que están, pero no están.

De espalda al Sol sólo ves tu propia sombra. *

Lo peor del aburrimiento es cuando deriva en el desgano.
Y de ahí no puedo salir.
Y no hay quien me saque, ni un saque.
Los minutos se arrastran dejando una especie de baba oscura y pegajosa.
¡Pero todo gira TAN rápido!
Basta de girar.
¡BASTA!
Apago la pantalla y sigue girando todo.
Me mareo.

Lo peor del desgano es cuando no te deja sentir.
Las sonrisas se vuelven un reflejo (como mi pelotudez).
Desde afuera se debe ver tan triste que alguien no sienta, verle en el cuello como le están por explotar los tejidos de tantos nudos. Tan triste ver que los labios se separan para que puedan verse los dientes ¡y que parezca una sonrisa!. Tan triste ver que ya no se queja ni de tener que madrugar.
Y ver desde afuera es buscando una forma de sentir para no aburrirse.
Pero es tan mentira como mis sonrisas.

* Descuelgo.
De fondo, unas lucecitas de una ciudad que duerme.
Enfrente una luna que recién nace del vientre del río.
Una luna que lo mece y salpica de luz.
En el medio un bicho bolita con un miedo desesperante, con una soledad que lo desespera desde antes.
Con miedo a la soledad, con el miedo de la soledad, con la soledad del miedo.
Un bicho que tiene miedo de estar solo.
A lo lejos fuego y personas.
Y eso le más miedo.
No el fuego.
Sino la gente.
Miedo a que estén lejos, miedo a que se puedan acercar.
Miedo a que estén cerca, miedo a que se puedan alejar.
Le tiene tanto miedo como a la inmensidad que lo envuelve, como a la oscuridad que lo desalumbra.
Una rata merodea por su alrededor, pero se aleja con miedo cuando lo .. sin saber que el bicho estaba temblando por su sola presencia.
Pero del mismo vientre nace el Sol.
Y con él, desaparecen la soledad y los miedos.

martes, 6 de noviembre de 2007

El problema de este ego-soberbia-orgullo es que salta cuando no debe y hiere y lastima a los demás (y a mí) y se esconde cuando no debe (cuando pasa a llamarse amor propio).