lunes, 19 de enero de 2009

La muerte está.
Merodea en las noches de descontrol, se esconde atrás del inodoro.
Espera escondida entre tantos árboles que hay al costado de las rutas.
Se mete por el ombligo en algunas panzas.
Toma forma de humos nocivos que entran en los pulmones.
El tiempo huele a muerte.
La vejez huele a muerte.
La vejez tiene muerte.
Nosotros somos agua y ella la electricidad (cuando no somos nosotros los eléctricos que usando ropa seductora la invitamos a bailar. usamos una ropa que nos sedujo hasta a nosotros mismos).
Los domingos huelen a muerte.
Los domingos huelen a suicidio.
Patina la birome.
Solamente quiere dar vueltas y girar. Por eso, la letra es cursiva y no tan cortada y hostil como la imprenta.
No sabe qué recorrido hacer, pero es libre.
Yo le quiero hablar de él y ella me dice que los puntos de las i, los palitos de la t y de la f mayúscula y los acentos son incómodos.
Mimos, abrazos y placer.
Ella en los puntos gira. Y las dos giramos.
Los poros lloran sudor.. todos y cada uno.
La birome suda negro.
La cabeza se toma de un solo saque la tinta (es más rápido imaginar).